Aceptar a Dios como "jefe“

Si no nos limitamos a rezar el "Padre Nuestro" irreflexivamente, sino que nos damos cuenta de lo que significa que su voluntad no debe aplicarse a la masa anónima de personas, sino a nuestras propias vidas, entonces el paso mental de someter nuestra propia vida y voluntad a la voluntad de Dios no está lejos. Sin embargo, es un paso que mucha gente tiene mucho miedo de dar porque no confía en que Dios tenga buenas intenciones con nosotros.  Hay una preocupación silenciosa en primer plano de que entonces ya no podremos vivir como realmente queremos, sino que seremos controlados por Él.  Sin embargo, la experiencia demuestra que no debemos temerlo. Dios nos ama y ya quiere nuestra salvación terrenal.  No quiere hundirnos en la desgracia. Podemos comprender mejor sus actos si imaginamos simplemente a Dios como el "jefe" de nuestras vidas.

Si tienes la suerte de tener un gran jefe, lo normal es que disfrutes haciendo tu trabajo y tengas pocos problemas para seguir sus instrucciones. Un buen jefe conoce los puntos fuertes y débiles de todos los empleados y siempre los utilizará de forma que los talentos existentes puedan desarrollar todo su potencial. Los subordinados siempre tendrán la oportunidad de tomar decisiones bajo su propia responsabilidad dentro del marco establecido por sus superiores. Si tales decisiones redundan en interés de los superiores, éstos siempre ayudarán a los subordinados a ponerlas en práctica. Si hay problemas, un buen jefe no cerrará su mente a las necesidades de los empleados, sino que estará a su lado de forma solidaria.

Lo que se aplica a los buenos superiores humanos se aplica de forma incomparable a Dios, el Todopoderoso. Sin embargo, sólo nos damos cuenta de ello en contadas ocasiones. Dios nos conoce con nuestros puntos fuertes y débiles, y nos ama. Tiene un plan no sólo para nosotros como individuos, sino para la comunidad de personas en la que nos encontramos. Quiere llevarnos a todos a la salvación. A diferencia de un jefe humano, no sólo tiene una visión de conjunto en un ámbito humanamente manejable, como Todopoderoso tiene una visión de conjunto de todos nuestros destinos y sabe cómo pueden ser conducidos juntos a la salvación. Sin embargo, a diferencia de un jefe humano, no se limita a imponer su voluntad, sino que somete su obra divina a nuestra libertad.

Por tanto, si queremos experimentar a Dios en nuestras vidas, esto no será posible sin una decisión clara por nuestra parte. Debemos pedir a Jesús que tome las riendas de nuestra vida. Debemos estar dispuestos a aceptar a Dios incondicionalmente como "jefe" de nuestras vidas. No hay mejor "jefe".

Si hacemos esto, Dios quiere darse a conocer y lo hará. Una vez que hayas experimentado esto, nunca querrás dar otro paso atrás.

"Jesús, te pido que entres en mi vida y me ayudes a reconocerte. Muéstrame el camino que conduce a Dios, nuestro Padre, y ayúdame a recorrerlo. Quiero entregarte mi destino, aunque tenga miedo de dar este paso. Hazme experimentar que me amas incondicionalmente y ayúdame a confiar en tu amor. Obra en mi vida. Enséñame a ver a mis semejantes a través de tus ojos. Ayúdame también a abrirme a tu voluntad, para que a través de tus acciones en mi vida y a través de mi vida para otras personas, pueda crecer la salvación y la bendición. Cura mis heridas emocionales que pueden impedirme tratar a mis semejantes con el mismo amor que tú quieres mostrarles. Gracias por redimirme mediante tu encarnación y tu cruz. Amén".

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